En un día como hoy nació mi papá, Mario Antonio Grez Lorca, quien vino al mundo el 30 de agosto de 1954 en Santiago. Mi padre se destacó por su inquebrantable vocación de servicio público, como funcionario de la Ilustre Municipalidad de Pichilemu durante casi tres décadas.
Mi padre creció en una familia trabajadora y enfrentó los desafíos de la vida con valentía y determinación. A pesar de las dificultades, siempre mantuvo una actitud positiva y un firme sentido del deber. Su amor por las artes plásticas y su habilidad para las manualidades reflejaron su creatividad. Aún conservo muchas de sus artesanías en madera. 
En 1981, se estableció en Peralillo, participando activamente en la recuperación de la democracia y en la vida política local. A comienzos de 1989, junto a mi familia, se asentó en Pichilemu. Siempre recordaba con entusiasmo su participación en las campañas presidenciales y municipales. En 1993 se integró al municipio. Su mayor orgullo era portar el flamante escudo de la Municipalidad de Pichilemu. Su trabajo lo realizaba con especial cariño y dedicación. Por sobre todo, con puntualidad y rigor. ¿El trabajo comenzaba a las 8? Él ya estaba allá a las 7:30 de la mañana. 
Él quiso y amó mucho al pueblo que lo cobijó en sus últimas décadas de vida. Nunca quiso apartarse de estos hermosos parajes marinos, de esa brisa que cala los huesos pero que a él le daba energía y ganas de vivir. Con fuerza defendió los ideales y principios del diario digital El Marino, el que dirigió durante casi cuatro años. 
Hoy, al recordar a mi padre en el que sería su cumpleaños 70, me siento inspirado por su legado de servicio y dedicación, y me motiva a trabajar con el mismo fervor y compromiso que él demostró en su vida. Su memoria es un faro que guía mi propósito de contribuir al desarrollo y bienestar de nuestra provincia, manteniendo viva su pasión por el servicio público.
