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Un hallazgo histórico que celebra los 170 años de la Escuela de Ciruelos

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Hace algunos meses, mientras buceaba en antiguos documentos oficiales, me encontré con un decreto que llevaba décadas olvidado: el documento de creación de la Escuela de Ciruelos, una institución que este 2024 celebró orgullosamente su 170.º aniversario. Ese hallazgo no solo me llenó de emoción como investigador y periodista, sino que abrió las puertas para que esta escuela rural de Pichilemu pudiera conmemorar tan significativo hito con toda la dignidad que merece.

El visitador provincial José Santos Rojas escribe: «¿Cómo no gemir el hombre que se precia de ser chileno al saber que en las poblaciones de la costa Cáhuil, Navidad, Rosario, Estrella, donde habitan millares de compatriotas suyos no ha habido jamás una pobre escuela para que se desbarbaricen las generaciones nacientes, y cómo no interesarse por aquellas buenas gentes que claman porque se les proporcionen estos medios de incorporarse en la sociedad civilizada de que parecen hoy excluidos?». Los vecinos del distrito de Cáhuil (perteneciente a la subdelegación de Reto) ofrecieron al gobierno de Manuel Montt su colaboración para concretar la creación de una escuela en la zona. El territorio del distrito era extenso, y su población muy dispersa. Rojas escribe: «Es el distrito 3.° distante más de diez leguas de Reto, está cerca del mar, el más interesante y numeroso de la subdelegación. Es una viceparroquia con más de 1.600 almas. En una misión que daban allí unos padres domínicos recoletos, pasaban ya de 900 las personas confesadas».

En 1853 el visitador Rojas hizo un recorrido por todas las localidades de la provincia, que por entonces se extendía entre los ríos Cachapoal y Mataquito. Escribe la autoridad educativa: «El cura don Rafael Jofré, el subdelegado don José Basilio Parga, el inspector don Hermenejildo Valenzuela y varios otros vecinos me hicieron presente la necesidad de una escuela, pues que jamás la habían tenido y me aseguraron que pasarían de 150 los niños que se juntarían. Suspiraban a mi presencia estas gentes por el deseo de la enseñanza de sus hijos, y para manifestarme su interés, en le mismo acto de mi llegada se levantó una suscripción, que la acompaño. Me propusieron que mientras se trabajaba a costa de todos una buena casa-escuela, facilitar una provisional para dar principio a la enseñanza desde el momento en que el gobierno les hiciere la merced de una escuela pública».

Bajo el liderazgo del vecino Hermenejildo Valenzuela, inspector del distrito de Cáhuil, entregaron su apoyo a la iniciativa de tener una escuela. La viceparroquia de Cáhuil, dependiente de la parroquia de Reto, tenía su cabecera en la localidad de Ciruelos.

Cáhuil, noviembre 28 de 1853.

Adjunto a U. la suscripción con que los vecinos de esta vice-parroquia se ofrecen a contribuir para el gasto que demande una casa y útiles para la escuela pública, que mediante el reconocimiento que U. ha hecho de este vecindario, creen con seguridad alcanzar dicha gracia del supremo gobierno, pues animados dichos vecinos del más ardiente entusiasmo por la educación, están dispuestos a toda costa no omitir gasto alguno en la obra que han emprendido, y por lo que puedo asegurar de mi parte que la suscripción será otro tanto más que la que ahora le remito, y que si me he precisado en enviársela ha sido por aprovechar el tiempo oportuno para construir la expresada casa que se necesita y que espero de su ardiente celo por el bien público, pondrá de su parte todos los medios posibles para alcanzar tan laudable fin.

Dios guarde a U.-Hermenejildo Valenzuela.

La comunicación es acompañada por una misiva firmada por el mismo inspector Valenzuela, José Dionisio Leiton (Leyton), Martín Yanca (Llanca), José Toribio Martínez, Felipe Cornejo, el presbítero párroco Rafael Jofré, María Lizana, Jaes Valentín Cordero, J. de D. Escobar, José Rosales, Francisco Cordero, Manuel Pabés (Pavez), Carlos José Pabés (Pavez), Juan Llavijo (Clavijo), Pedro González, Pedro José Pabés (Pavez) y el subdelegado de Reto, José Basilio Parga. El visitador provincial José Santos Rojas dice de Parga: «No satisfecho con estos sacrificios y desvelos, no hizo más que saber la suscripción que se levantaba en Cáhuil, voló a suscribirse en una onza y a facilitar una casa escuela mientras tanto se construía la que se piensa hacer a costa de todos». En la carta se anotan también las donaciones hechas por un total de 98,7 pesos, además de una vaca aportada por José Rosales.

Suscripción voluntaria de Cáhuil a favor de una casa escuela.

Nos, los vecinos de Cáhuil reunidos: atendiendo a que por siempre hemos estado careciendo de los beneficios de la educación de nuestros hijos, tanto por hallarnos a largas distancias de los puntos donde hay escuelas, como porque nuestras proporciones no nos facilitan los recursos precisos para desprendernos de ellos y depositarlos en casas ajenas que demandan terribles gastos. Conociendo, pues, que la educación primaria es una de las más imperiosas necesidades de la vida, como lo comprueban las circunstancias del país que nos ha visto nacer, pues que sin ella ninguna importancia o mérito podrá tener nuestra juventud; y aspirando al mismo tiempo no dejarla continuar en la ignorancia como hasta el día nos han dejado nuestros padres, y como continuadores hemos, del mismo modo, dejado crecer a muchos de nuestros hijos; deseando, pues, hacer salir a nuestros adolescentes del estado de abyecto abandono en que se encuentran, no por mala disposición nuestra, ni por falta de autoridad alguna, sino por la carencia de personas idónea y más bien por la escasez de recursos y suma pobreza del lugar en que hemos tenido la suerte de nacer. Hemos acordado lo siguiente:

1.° Nos suscribimos de nuestra espontánea voluntad para contribuir cada uno por su parte con lo que nuestras proporciones y circunstancias permitan, para la construcción de una casa-escuela que deberá trabajarse en el lugar vecino a esta vice-parroquia, nombrando unánimemente de comisionado para las firmas y dinero a don Hermenejildo Valenzuela, inspector, quien después de juntar las cantidades que indiquen nuestras rúbricas, dará cuenta al visitador general de las escuelas de la provincia, pidiéndole de por Dios, se sirva poner en conocimiento del señor Ministro de gracia y justicia, para que por su conducto S. E. el señor Presidente de la República pueda concebir cuál sea el interés que tomamos los padres de familia por la educación de nuestros hijos.

2.° Que todos los que nos debemos prestar a obra tan grandiosa lo haremos de nuestra letra si sabemos, y si no suplicarán a ruego.

3.° Declaramos que cada una de nuestras firmas de suscripción valga por documento suficiente con el cual nos pueda impeler a su cumplimiento el inspector comisionado.

Dada en la vice-parroquia de Cáhuil, a 9 de noviembre de 1853.

Meses más tarde el Gobierno hizo realidad la creación del establecimiento.

Santiago, febrero 22 de 1854.

Apareciendo del informe presentado al Gobierno sobre el estado de la instrucción primaria en la provincia de Colchagua por el visitador de escuelas don José Santos Rojas, que hay varios lugares de dicha provincia en donde existen poblaciones numerosas, cuya juventud crece en la ignorancia por falta de establecimientos en que educarse, y hallándose dispuestos los vecinos de aquellos puntos a favorecer la planteación (sic) de las escuelas de primeras letras que solicitan, proporcionando local y otros recursos para estos establecimientos; vengo en acordar y decreto:

1.° Se establece una escuela de primeras letras en cada uno de los puntos siguientes: […] Cáhuil […] del departamento de San Fernando […].

2.° Estas escuelas funcionarán en los locales que para ellas proporcionan los vecinos, quienes facilitan igualmente los muebles y útiles que necesitan y en ellas se enseñarán gratuitamente a los que las cursen, lectura, escritura, gramática castellana, doctrina cristiana, geografía y aritmética.

3.° El Intendente de Colchagua nombrará por ahora, con la aprobación del Gobierno y en calidad de interinos, a los preceptores que deben regir las mencionadas escuelas, asignándoles un sueldo de 240 pesos anuales, el cual les será abonado por la correspondiente Tenencia de Ministros, desde que principien a prestar sus servicios, y se imputará a la part. 54 del presupuesto del Ministerio de Instrucción Pública del presente año, interin se consulta con este objeto una cantidad por separado en dicho presupuesto.

Refréndese, tómese razón y comuníquese.-MONTT.-Silvestre Ochagavía.

Desde su fundación, esta escuela ha sido un pilar en la formación de niñas y niños de Pichilemu, en condiciones que muchas veces han sido adversas. A pesar de eso, sus docentes y alumnos han dado lo mejor de sí para transformar esas aulas en un espacio de aprendizaje, valores y sueños.

La emotiva ceremonia incluyó la inauguración de un mural, presentaciones artísticas y la participación de exalumnos que revivieron recuerdos de su infancia en esas mismas aulas. Entre los momentos destacados, se rindió homenaje a una familia cuyas tres generaciones han pasado por la escuela.

Uno de los instantes más especiales de la jornada fue la entrega formal del decreto original de creación de la escuela, un documento que ahora será parte del Museo del Niño Rural. Saber que mi investigación ayudó a rescatar y poner en valor este capítulo de nuestra historia me llena de orgullo. También agradezco al escritor Antonio Saldías, quien desempeñó un rol en la recuperación de este documento.

Hoy, más que nunca, creo en la importancia de preservar nuestra memoria histórica. Cada documento, cada relato, cada recuerdo nos conecta con quienes somos y nos inspira a construir un futuro mejor. Que este aniversario sea un recordatorio de que nuestras raíces nos fortalecen y de que la educación es la clave para el desarrollo de nuestra provincia y de nuestro país. ¡Felices 170 años, querida Escuela de Ciruelos!