Antes de finalizar su período como consejera regional, Tamara Monroy ha decidido renunciar tras su derrota en las urnas, justo cuando debería estar cumpliendo con el mandato que le fue encomendado hasta 2025. Esta decisión no solo es cuestionable, sino que refleja una falta de respeto y de compromiso hacia el electorado que confió en ella por el período iniciado en 2022.
Resulta decepcionante ver cómo algunos representantes utilizan sus cargos como trampolín político, abandonando sus responsabilidades tan pronto como la oportunidad de otro cargo se asoma en el horizonte. ¿Es así como valoran el mandato popular? Renunciar porque el resultado no fue favorable o para preparar el terreno para otra candidatura es una muestra de que la responsabilidad con la comunidad queda en segundo plano frente a los intereses personales.
La ciudadanía merece representantes que respeten su confianza, que cumplan el período completo para el cual fueron elegidos y que no deserten cuando las circunstancias no les favorecen. La política no debería ser una escala de conveniencia para quienes están pensando solo en su próximo paso.